Previamente platicamos sobre lo que es la aireación del agua y la importancia de este proceso en la preservación de su calidad y de las formas de vida que en ella habitan.
Naturalmente, por sus bondades, este proceso es utilizado frecuentemente como un método secundario en el tratamiento de aguas residuales y tiene como fin el poder darles un segundo uso, por lo que es una excelente manera de optimizar al máximo este valioso recurso.
Para comprender mejor cómo funciona esto es prudente recordar que durante su ciclo de vida el agua recolecta diversas formas de vida y materia orgánica, misma que al desintegrarse requiere de oxígeno, que toma del agua.
Sin un reabastecimiento de este recurso, el agua -al llegar a un estado residual- no sólo conserva todo tipo de elementos contaminantes, además retiene gases nocivos que absorbe de la atmósfera y bueno, ya sabemos qué significa esto: se vuelve un excelente lugar para el desarrollo de bacterias que ponen en riesgo nuestra salud.
Para evitar esto y devolver su calidad al agua por medio de la aireación, se utilizan aparatos conocidos como mezcladores o difusores de aireación, que exponen las aguas residuales a una buena dosis de oxígeno por medio de burbujas, mismas que se encargan de separar materiales orgánicos y de oxidar metales disueltos, facilitando su filtración y retiro; también puede erradicar algunos químicos orgánicos volátiles presentes en el líquido, lo que contribuye a un aumento en la calidad final del agua.
Si bien este proceso no cubre todo lo necesario para cubrir ciertas necesidades de consumo, es un apoyo de gran importancia para elevar su calidad y que pueda aprovecharse en espacios como la industria agrícola o el hogar.