Educación y cultura del agua para prevenir la sequía.

El agua es un recurso vital para la vida y el desarrollo humano.

Sin embargo, el agua se enfrenta a múltiples amenazas como la escasez, la contaminación y el cambio climático, que ponen en riesgo la salud, el bienestar y la productividad de las poblaciones, así como la producción y la preservación de una serie de beneficios y servicios de los que gozan las personas.

Por eso, es necesario generar conciencia y responsabilidad sobre su uso y cuidado, desde la infancia hasta la edad adulta, mediante la educación formal e informal, los medios de comunicación y las redes sociales.

A continuación, explicaremos por qué el agua es importante, cuál es su situación actual en el mundo, cómo podemos educar y sensibilizar sobre su uso y las buenas prácticas que podemos adoptar para cuidarla.

La importancia del agua para la vida y el desarrollo humano

El agua es esencial para la supervivencia y el funcionamiento de todos los seres vivos.

El cuerpo humano está compuesto por un 60% de agua, y necesita consumir al menos 2 litros de agua al día para mantenerse hidratado y saludable.

El agua también es necesaria para la higiene personal, la prevención de enfermedades, y el tratamiento de algunas condiciones médicas. Además, el agua es fundamental para la producción de alimentos, energía, materias primas, y otros bienes que contribuyen al desarrollo económico y social.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el sector agrícola consume el 69% del agua dulce disponible en el mundo, seguido por el sector industrial con el 19% y el sector doméstico con el 12%.

El agua también es un elemento clave para la conservación de los ecosistemas y la biodiversidad, que proveen servicios ambientales como la regulación del clima, la purificación del aire y del agua, la polinización, el control de plagas, y el ecoturismo.

La situación actual del agua en el mundo

A pesar de la importancia del agua para la vida y el desarrollo humano, el agua se enfrenta a múltiples amenazas que comprometen su disponibilidad, calidad y equidad.

Según el Informe Mundial sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos de 2020, elaborado por la UNESCO, el 71% de la superficie terrestre está cubierta por agua, pero solo el 2,5% es agua dulce, y de esta, solo el 0,5% es accesible para el consumo humano.

Además, el agua se distribuye de forma desigual en el mundo, lo que genera situaciones de escasez y estrés hídrico en algunas regiones, especialmente en África, Asia y América Latina. Se estima que para 2025, el 63% de la población mundial vivirá en áreas con escasez de agua. Por otro lado, el agua también sufre de contaminación por diversas fuentes, como los desechos domésticos, industriales y agrícolas, que afectan su calidad y su potabilidad.

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Se calcula que el 80% de las aguas residuales se vierten al medio ambiente sin tratamiento, lo que provoca la degradación de los ecosistemas y la transmisión de enfermedades.

Finalmente, el agua también es objeto de desigualdad y exclusión social, ya que no todas las personas tienen acceso al agua potable y al saneamiento básico, que son derechos humanos reconocidos por la ONU.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2017, 785 millones de personas carecían de acceso a servicios de agua potable gestionados de forma segura, y 2000 millones de personas utilizaban fuentes de agua contaminadas con heces. Asimismo, 2000 millones de personas no tenían acceso a servicios de saneamiento gestionados de forma segura, y 673 millones de personas practicaban la defecación al aire libre.

Estas cifras revelan las brechas existentes entre los países desarrollados y los países en desarrollo, así como entre las zonas urbanas y las zonas rurales, y entre los grupos sociales más vulnerables y los más privilegiados.

El papel de la educación, los medios de comunicación y las redes sociales para difundir información.

La educación formal se refiere al proceso de enseñanza y aprendizaje que se realiza en las instituciones educativas, como las escuelas, los colegios y las universidades.

La educación informal se refiere al aprendizaje que se produce fuera de las instituciones educativas, como en la familia, la comunidad, el trabajo, o el ocio.

Los medios de comunicación se refieren a los canales que transmiten información y entretenimiento a las audiencias, como la televisión, la radio, el periódico, o el cine. Las redes sociales se refieren a las plataformas digitales que permiten la interacción y la participación de los usuarios, como Facebook, Twitter, Instagram, o YouTube.

Estos actores tienen un papel clave para difundir información y valores sobre el agua, así como para promover la participación ciudadana y la coadministración de los recursos hídricos.

Por un lado, la educación formal e informal puede contribuir a formar una cultura del agua, es decir, un conjunto de conocimientos, actitudes y comportamientos que favorezcan el uso racional y solidario del agua, el respeto por el medio ambiente, y la convivencia pacífica entre los diferentes usuarios y usos del agua.

Para ello, se pueden incorporar contenidos curriculares sobre el agua en los diferentes niveles y áreas de la educación, así como desarrollar actividades pedagógicas y lúdicas que involucren a los estudiantes, los docentes, los padres de familia y la comunidad en general.

Algunos ejemplos de estas actividades son las visitas guiadas a fuentes de agua, plantas de tratamiento, museos, o parques naturales, los concursos de dibujo, poesía, fotografía, o video sobre el agua, los talleres de experimentación, observación, o medición del agua, los proyectos de investigación, acción, o servicio sobre el agua, y las campañas de sensibilización, movilización, o incidencia sobre el agua.

Por otro lado, los medios de comunicación y las redes sociales pueden contribuir a informar y sensibilizar a la población sobre la situación y los desafíos del agua en el mundo, así como a difundir buenas prácticas y hábitos que se pueden adoptar para ahorrar y reutilizar el agua.

Para ello, se pueden utilizar diversos formatos y géneros, como las noticias, los reportajes, los documentales, las entrevistas, los debates, los programas educativos, los spots publicitarios, los memes, los hashtags, los blogs, los podcasts, los webinars, o los juegos interactivos.

Estos recursos pueden servir para mostrar la realidad y la problemática del agua en diferentes contextos y escalas, para dar voz y visibilidad a las personas y organizaciones que trabajan por el agua, para generar conciencia y compromiso sobre el agua, y para motivar y movilizar a la acción por el agua.

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Buenas prácticas y hábitos que se pueden adoptar para ahorrar.

Finalmente, queremos compartir algunos ejemplos de buenas prácticas y hábitos que se pueden adoptar en el hogar, la escuela y el trabajo para ahorrar y reutilizar el agua, y así contribuir a la conservación y el cuidado de este recurso vital.

Estas son algunas sugerencias que puedes poner en práctica:

  • Instala dispositivos de ahorro de agua en grifos y regaderas, como aireadores, reductores de caudal, o temporizadores, que te permiten reducir el consumo de agua sin afectar la presión o la calidad del servicio.
  • Recoge y reutiliza el agua de la lluvia para el riego de plantas y jardines, la limpieza de pisos y ventanas, el lavado de autos y bicicletas, o el llenado de inodoros.
  • Repara rápidamente cualquier fuga de agua en tuberías y grifos, ya que pueden desperdiciar una gran cantidad de agua al día.
  • Utiliza lavadoras y lavavajillas de alta eficiencia energética y agua, y solo ponlos en marcha cuando estén llenos. Estos electrodomésticos pueden consumir entre el 10% y el 20% del agua doméstica, por lo que es importante elegir modelos que ahorren agua y energía, y que tengan programas de lavado cortos y ecológicos.

Estos son algunos breves ejemplos o iniciativas que puedes llevar a cabo para el cuidado del agua.

¿Cuáles son los que tú realizas?

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