El crecimiento poblacional y de la industria es un factor que se ha proyectado de manera desmedida.
Y estamos de acuerdo en que es necesario; pero, si bien medimos las necesidades del pueblo y cómo abastecerlas. También se deben medir las repercusiones de dicho crecimiento principalmente en el medio ambiente.
La escasa existencia de plantas de tratamiento para las aguas residuales en ciudades y en las industrias; ocasiona mucho daño al medio ambiente.
La mayoría de esas aguas es descargada en los ríos, lagos, mares, en los suelos a cielo abierto o en el subsuelo, a través de los llamados pozos sépticos y rellenos sanitarios.
La preocupación en el mundo aumenta y ha tratado de resolver esta situación.
La prioridad es el suministro del agua, con calidad adecuada y cantidad suficiente. Una vez logrado este objetivo, debe llevarse a cabo la adecuada eliminación de las aguas ya utilizadas que se convierten en vehículos para enfermedades y trastornos en el medioambiente.
Las plantas de tratamiento de aguas residuales deben ser diseñadas, construidas y operadas con el objetivo de convertir el líquido proveniente del uso en un efluente final aceptable. Esto obliga a satisfacer ciertas normas o reglas capaces de garantizar la preservación de las aguas tratadas al límite de que su uso posterior no sea descartado.
Las iniciativas de gobierno, así como el sector privado están tratando de incentivar la instalación de estas plantas en el ramo industrial y abriendo nuevas que puedan mejorar la calidad de vida de muchas personas.
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